miércoles, 21 de marzo de 2012


Océano Mar / Alexandro Baricco

Una vez vi ángeles, estaban a la orilla del mar
Un océano siempre presente en una posada -Almayer- donde sus orillas son poesía.
Unos niños juegan a descifrar acertijos desde la marea.
Un pintor empeñado -con un lienzo en blanco- en descubrir el alma de esa inmensidad en la que todos se pierden, sin saber que los ojos de la mar son los barquitos donde algunos navegamos...
Una mujer misteriosa, enfundada en su chal, busca tal vez una cura imposible y sin remedio.
Un personaje distinto y loco, Bartebloom, escribiendo cartas para un futuro remoto que guarda en un cofre, enamorado sin perdición, y sin posibilidad de elección, de dos gemelas (“¿Cómo no querer a una persona así?”)
Un mar que lo cubre todo, que todo lo absorbe, presagio de una vida que nunca estará escrita. Que nos llama, atrapa, da serenidad, estimula o aleja. Con sus olas verdiazules, con sus atardeceres indescriptibles, con su paz...
Un color, el blanco, donde se encuentran contenidos todos los demás colores del arco iris.
Un escritor, Baricco, sorprendente y poeta, deja planteados enigmas dentro de un agua calma, voluble y distinta.
“Una vez vi ángeles, estaban a la orilla del mar”.
“Decir el mar. Decir el mar. Decir el mar. (...) Porque es lo único que nos queda. Porque, frente a él, los que no tenemos cruces, ni viejos, ni magia, tenemos que tener algún tipo de arma, lo que sea, para no morir en silencio.”
“Todavía hoy en las tierras de Carewall, relatan todos aquel viaje. Cada uno a su manera. Todos sin haberlo visto nunca. Pero no importa. No dejarán nunca de relatarlo. Para que nadie pueda olvidar lo hermoso que sería si, para cada mar que nos espera, hubiera un río para nosotros. Y alguien -un padre, un amor, alguien- capaz de cogernos de la mano y de encontrar ese río -imaginarlo, inventarlo- y de depositarnos sobre su corriente, con la ligereza de una sola palabra, adiós. Eso, en verdad, sería maravilloso.”

domingo, 4 de marzo de 2012

AUTO DE FE de ELIAS CANETTI

Auto de fe / Elías Canetti

Novela única, especial, paradigmática, necesaria, contradictoria, excelentemente escrita, que te atrapa pero que a la vez también rechazas, machista, misógina, delirante, excitante, poco convencional y por ello atrayente, alucinatoria y alucinante, con un final previsible pero después de las seiscientas páginas ya todo te da igual, reflexiva, trascendente, intrascendente, contradictoria, obsesiva, jamás amable pero sí brillante, sorprendente, moderna en su discurso, pero clásica en su desarrollo, algunos la comparan con el Quijote por sus personajes al borde o no tan al borde de la locura.
Con reflexiones eruditas de un caótico personaje-libro (Peter Kien), que vive por los libros siendo un sinólogo reconocido que construye una biblioteca que a veces porta sobre su cabeza, y se relaciona con otros personajes de igual o peor catadura: el engañoso jorobado, el hermano psiquiatra, el portero cruel y sanguinario y sobre todo Teresa, la mujer limpia, iletrada, sin un asomo de ternura ni de feminidad ni de amor en su esencia, preocupada por el dinero, por el tener, por la falsedad, por su falda azul almidonada y rígida, de la que él huye y necesita liberarse. Libro terriblemente cruel, incómodo, donde se tortura y se pega, que refleja una realidad no existente más que en la cabeza enfermiza del autor, pero que engancha.
Original hasta decir basta, inteligente, delirante, crítica, compleja, terrorífica y terrible. Única novela que el escritor judío y Premio Nóbel 1981, Elías Canetti (1905-1994) escribió en su vida, además de otros ensayos. Inclasificable y llena de alucinaciones. Recomendable.